La foto de Lionel Messi que lo muestra sosteniendo la Copa del Mundo se ha convertido en la más vista de todos los tiempos en las redes sociales.
El futbolista recurrió a Instagram luego de la victoria de su país en la Copa del Mundo sobre Francia el pasado domingo 18. Desde entonces, ha recibido la increíble cantidad de 64,5 millones de me gusta, y contando.
Sin dudas está será una de las grandes fotos deportivas de la historia. Soy un simpatizante del juego de Messi, pero mi fotografía deportiva favorita es la Marileidy Paulino cuando levantó la bandera dominicana con su brazo derecho, mientras que con el izquierdo sostenía un ejemplar impreso de la Santa Biblia, tapa azul celeste de la versión Reina Valera 1960, al ganar la medalla de plata en 400 metros de los Juegos Olímpico Tokio 2020.
Muchos atletas que lograron medallas, quizás como en ninguna otra olimpiada, testificaron de su fe en Jesucristo, pero ninguno lo hizo más gráficamente y de forma más contundente e impactante que esta velocista dominicana.
Lo sorprendente de este gesto, de esta imagen que en unos pocos segundos recorrió el mundo, fue que surgió espontáneo y libre. Marileidy no estaba allí a nombre de ningún movimiento, ni siquiera a nombre de un credo o religión, estaba allí por su propia convicción, por su propio sentir para testificar de su fe.
A la fecha de hoy Marileidy es la atleta número uno en el mundo en la modalidad de los 400 metros planos, pero lo más importante es que ella ha celebrado sus triunfos con una actitud de alabanza y reconocimiento a Dios al final de cada carrera.
El muy personal y valioso gesto de esta joven no ha sido no ha sido dimensionado ni ponderado con la significación y sentido que amerita. Para muchos creyentes evangélicos esto ha sido una simple y simpática ocurrencia destinada a perderse en el tumultuoso mundo de la información sin mayor efecto que el que se produjo en ese instante fugaz.
Las fotos deportivas a lo largo de los años nos han dado un variado y colorido abanico de emociones, porque el deporte no solo es competición, sudor, energía bien administrada, sacrificio o recompensa; es también felicidad o tristeza, suspenso, drama y perplejidad, momento que es posible perpetuar en una imagen que se consagra como un recuerdo imborrable para generaciones venideras, por lo que de alguna manera se han hecho diversos esfuerzos por categorizar estas imágenes.
Numerosas publicaciones se han realizado para valorar de manera retrospectiva esta infinidad de imágenes icónicas que se han recopilado a lo largo del tiempo.
La prestigiosa revista norteamericana Sports Illustrated hizo en noviembre de 2012 una selección de las que considera son las 100 mejores fotografías de la historia del deporte.
La pregunta que como evangélico yo me hago ahora: ¿Fue la de Marileidy la foto de mayor fuerza icónica de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020? Para mí lo fue.
¿Qué circunstancias favorecen para que una imagen alcance ese nivel iconográfico que tiende a perpetuarla? Bueno, yo diría que esa extraña emoción que nos provoca, ese deseo inexplicable de quedarnos para siempre con ese instante que viene con una carga de significado y sensaciones.
Se trata de esa imagen que queremos perpetuar y tener presente siempre en nuestro recuerdo. Es como si quisiéramos arrebatarle un instante al olvido y quedarnos con él para siempre.
Esta fotografía de Marileidy tiene más fuerza icónica de lo que se puede apreciar con un simple vistazo. En su conjunto, además del trascendental momento histórico que recoge, del gesto libre y espontáneo de su protagonista, la imagen tiene algunas combinaciones de elementos y colores que le dan un toque visual e iconográfico que amerita cierto detenimiento y análisis.
Lo cautivante de la composición gráfica de esta imagen es la combinación de los colores de la bandera, del uniforme, todo puesto de relieve sobre el fondo del majestuoso estadio olímpico de Tokio.
Ahí sobresale la Biblia, la Palabra de Dios inmutable levantada en alto en un mundo cambiante que ha perdido el norte de la verdad. Ahí está la versión Reina Valera 1960 en las manos de Marileidy con un diseño muy moderno atractivo. Sin duda que esta foto de Marileidy es una foto icónica, digna de ingresar a las imágenes más representativa de la historia del deporte; pero si no lo es para nosotros los evangélicos, no lo será para nadie.
Por el momento vivido, por todos los elementos que concurren y se combinan en esta foto, cuando alguna publicación seleccione las mejores imágenes deportivas de la historia, la foto de la dominicana Marileidy Paulino deberá estar ahí.
Fuente: evangélicodigital